Papá y Mamá pelean. Beltrán y Lucía escuchan. Su perro Tato, también. ¿Pero tal vez haya una forma de ayudar?
Desde la mirada de dos niños, Canela se atreve a nombrar aquello que a veces parece innombrable: los gritos, el silencio, el temor. Pero también da lugar a lo otro: la imaginación como refugio, el juego como reparación, y la palabra como puente.
Papá y Mamá pelean. Beltrán y Lucía escuchan. Su perro Tato, también. ¿Pero tal vez haya una forma de ayudar?
Desde la mirada de dos niños, Canela se atreve a nombrar aquello que a veces parece innombrable: los gritos, el silencio, el temor. Pero también da lugar a lo otro: la imaginación como refugio, el juego como reparación, y la palabra como puente.